En la puerta colgaba un cartel que decía con letras impresas cuidadosamente seleccionadas para causar respeto y solemnidad: Excmo. Alcalde D. Manuel Toledano Villacastín. Visto el cartel pensé que al otro lado habría un zombie político de pueblo (mala mezcla) por lo que llamé con dos suaves golpecitos para comprobar si alguien reaccionaba al otro lado y esperé la respuesta. No se oyó nada. Giré despacio el pomo y abrí la puerta. Detestaba a muerte el demoniaco chirrido que emitían las puertas como esa, me desgarraban los oídos. El despacho era amplio y bastante lujoso. Intente encender la luz y comprobé asombrado que allí aún funcionaban los fluorescentes. Tenía una forma cuadrada y una composición bastante clásica: una estantería con puertas cerradas y una ventana tapiada en la pared izquierda, otra estantería llena de carpetas de almacenar archivos y una ventana en la pared de la derecha y en el centro, una pared llena de diplomas y placas conmemorativas(una de ellas era del cuartel en el que yo había estado) una enorme mesa de despacho llena de papeles y con la una graciosa pequeña banderita nacional y una caja de puros tinerfeños. Detrás de la mesa había dos banderas de considerable tamaño puestas en sus mástiles, una de España y otra de Castilla la mancha, y a ambos lados de la mesa dos sillones. El sillón que correspondía al invitado estaba vacío mientras que el otro, el que pertenecía al dueño del despacho no… En él yacía un cuerpo inerte de de un hombre que solo tenia medio cráneo. El cadáver vestía un traje de corbata negro con aspecto de costar mucho mas dinero que mis calzoncillos de corazones. Debía ser de un hombre de unos cincuentaypocos años y me llamó la atención bastante que tenia un bigote muy similar al que siempre llevaba mi padre, o eso parecía debajo de toda la sangre que tenia en la cara. Sobre la mesa, justo delante suya había una pistola, una caja de 50 cartuchos de 9 mm parabellum(dios bendiga la munición estandarizada) y una nota…
Me acerqué despacio y le miré con desprecio. ¿Acaso un político cobarde encerrado en su despacho mientras su pueblo muere… merecería ser mirado de otro modo? Guardé en mi mochila la munición tras haber recargado en la pistola del alcalde el cartucho que había gastado para huir de la realidad. Con mi nueva pistola, de modelo desconocido para mi, cogí la nota y comencé a leerla. Era una poesía o algo así:
Ya no volveremos a correr veloces
(pensé para mi, si dios hubiese querido que corriéramos veloces nos habría puesto piernas mas largas)
Ya no volveremos a volar tan alto
(si dios hubiese querido que voláramos nos hubiera alas)
Ya no volveremos a saborear licores
(si dios hubiese querido que bebiéramos alcohol hubiera hecho los oceanos de four roses)
Ya no volveremos a entonar cantos
(si dios hubiese querido que cantaramos nos hubiera puesto altavoces y mp3 en lugar de cuerdas vocales)
Ya no volveremos a amar…
Esta era la última frase de que había escrita… Al apartar la hoja de mis ojos me di cuenta de un detalle que había pasado por alto al cogerla… debajo de donde estaba cuando la cogí había una foto. En ella estaban retratados una familia: El alcalde, su esposa , junto a ella una niña de unos siete años y en los brazos del el padre un niño pequeño que no habría llegado a cumplir los dos en el momento de la foto… He de reconocer que parte de mí lloró al releer la ultima frase de la poesía y volver la vista hacia el cadáver. Guardé la foto en el bolsillo interior de la chaqueta del alcalde la poesía en mi bolsillo…
lunes, 12 de abril de 2010
fragmento 4
De pronto un ruido vino de una pequeña puerta al otro lado de la sala
- ¡Tenemos compañía!.-exclamé sobresaltado al oír el ruido
Me acerqué despacio a la puerta y agudizando el oído, se podía apreciar dos tipos distintos de gemidos roncos al otro lado. Reflexioné. Tenía ganas de un poquito de acción pero con precaución. Posiblemente al otro lado de la puerta me estuvieran esperando dos o tres sangrientos monstruitos, un numero ideal para desestresarme un ratillo. Solté a un lado el martillo de guerra ya que para mas de dos bichos no me servía por que era muy lento y pesado. Miré la cadena con ilusión ¿había llegado el momento de estrenarla? No, podía ser peligroso ponerse a experimentar con un arma nueva contra más de un muerto ¿La pistola? No quería atraer a los zombis de los alrededores ¿y que otra opción me quedaba? Y entonces mi boca dibujo la sonrisa de vagabundo loco que me caracteriza. Siempre guardaba la katana para situaciones como estas en las que me apetecía ser creativo. La saqué de su funda con estilo pero mucho respeto, el filo estaba cuidadosamente pulido y limpio por que después de cada uso la limpiaba con mimo y tesón (era un regalo de un buen amigo mío). Su longitud era exactamente igual que mi pierna y su empuñadura amarilla y negra me recordaba al culo de una avispa asesina, de ahí el nombre que le puse a este arma: aguijón ¿Como se me ocurriría?
La puerta estaba cerrada con una llave que colgaba de la cerradura, solo tenía que girarla y esperar a que ellos giraran el pomo y salieran. Giré la llave y… esperé. De pronto…nada… .Tarde un par de minutos en darme cuenta de que había girado la llave en sentido contrario cerrando la puerta aún mas… los muertos parecían agitarse cada vez mas, ya estaba seguro de que solo eran dos. Giré la llave en el sentido contrario dos veces y… Ahora si, los muertos giraron el pomo y empujaron la puerta hacia fuera pero no se abrió por que debían tirar para abrirla. Finalmente me harté de esperar y pegué un patadón a la puerta que se abrió de golpe tirando hacia atrás a los dos muertos que había al otro lado. Pude fijarme bien en ellos mientras trataban de levantarse dentro de aquel cuarto de fotocopiadoras. El muerto mas grande era un hombre calvo y cincuentón entrado en carnes que como todo muerto viviente que se precie tenia los ojos en blanco y un montón de liquido viscoso negro goteando a borbotones por su boca, además solo tenia un brazo y medio. Supongo que el otro medio habría sido la cena de alguien o…¿Quién sabe? Puede que de él mismo. El segundo cadáver andante era el de una mujer no demasiado atractiva, probablemente y juzgar por el pelo recogido y la ropa sobria seria una oficinista o secretaria de aquel Ayuntamiento. La falda de caña negra estaba desgarrada y subida hasta por encima del muslo mostrando sus intimidades.
- ¿Qué hacíais ahí dentro los dos solos? Golosones! Como os gusta disfrutar de la No vida.-les dije medio riéndome.
Esto debió mosquearles por que se levantaron a toda velocidad y comenzaron a dirigirse hacia mí. Los movimientos con la katana siempre son rápidos y ligeros comparados con los pesados golpes del martillo. Primero llegó la chica, con los brazos alzados y la boca goteando sangre putrefacta.
- ¿Qué quieres comerme guarrilla? ¿no has tenido bastante con él? Las vuelvo locas. Ven pa´ca que te voy a dar lo tuyo guapetona.- Me gustaba vacilarles antes de usar la katana aunque no se porque cogí esa costumbre.Me pareció que era demasiado soso cortarle la cabeza sin mas, era desperdiciar una oportunidad de ``jugar´´ asique escogí bien mis ataques. Primero uno rápido de derecha a izquierda con la espada en ángulo de cuarenta y cinco grados, ideal para seccionar sus brazos desde el codo. Dicho y hecho, los brazos fueron amputados limpios y cayeron al suelo. Después otro movimiento en diagonal desde abajo izquierda a arriba derecha para rajar todo el torso. ¡ZAS! Y la muerta quedó semidesnuda y con una apertura en el vientre y el pecho por el cual comenzaron a colgar sus vísceras. Este último corte hizo que cayera al suelo dejándome vía libre hacia el calvito cinquentón. Salté por encina de la mujer cayendo con todo mi peso sobre su cabeza al tiempo que alzaba la katana por encima de mí dispuesto a ejecutar al gordo manco de un solo tajo que partiese su cráneo en dos como una sandia madura. El crujido del cráneo de la mujer contrasto brutalmente con la suavidad con que rebané la porción izquierda de la cabeza del hombre. Su cuerpo robusto y fuerte aguantó varios segundos antes de desplomarse hacia delante por culpa del peso de sus brazos, que permanecían extendidos hacia delante con la intención de agarrarme. Me dio el tiempo justo para echarme a un lado y seguir con la mirada la trayecto del cadáver inanimado del gordo cayendo encima de los restos de la mujer. ¿No es curioso que quedaran colocados en la posición del 69? Solté todo el aire contenido durante la acción y relajé la posición de guardia con la espada. Saqué el trapo que guardaba en el bolsillo del abrigo de cuero para estas situaciones y limpie cuidadosamente la hoja de Aguijón antes de devolverla a su funda, se había portado muy bien.
- ¡Tenemos compañía!.-exclamé sobresaltado al oír el ruido
Me acerqué despacio a la puerta y agudizando el oído, se podía apreciar dos tipos distintos de gemidos roncos al otro lado. Reflexioné. Tenía ganas de un poquito de acción pero con precaución. Posiblemente al otro lado de la puerta me estuvieran esperando dos o tres sangrientos monstruitos, un numero ideal para desestresarme un ratillo. Solté a un lado el martillo de guerra ya que para mas de dos bichos no me servía por que era muy lento y pesado. Miré la cadena con ilusión ¿había llegado el momento de estrenarla? No, podía ser peligroso ponerse a experimentar con un arma nueva contra más de un muerto ¿La pistola? No quería atraer a los zombis de los alrededores ¿y que otra opción me quedaba? Y entonces mi boca dibujo la sonrisa de vagabundo loco que me caracteriza. Siempre guardaba la katana para situaciones como estas en las que me apetecía ser creativo. La saqué de su funda con estilo pero mucho respeto, el filo estaba cuidadosamente pulido y limpio por que después de cada uso la limpiaba con mimo y tesón (era un regalo de un buen amigo mío). Su longitud era exactamente igual que mi pierna y su empuñadura amarilla y negra me recordaba al culo de una avispa asesina, de ahí el nombre que le puse a este arma: aguijón ¿Como se me ocurriría?
La puerta estaba cerrada con una llave que colgaba de la cerradura, solo tenía que girarla y esperar a que ellos giraran el pomo y salieran. Giré la llave y… esperé. De pronto…nada… .Tarde un par de minutos en darme cuenta de que había girado la llave en sentido contrario cerrando la puerta aún mas… los muertos parecían agitarse cada vez mas, ya estaba seguro de que solo eran dos. Giré la llave en el sentido contrario dos veces y… Ahora si, los muertos giraron el pomo y empujaron la puerta hacia fuera pero no se abrió por que debían tirar para abrirla. Finalmente me harté de esperar y pegué un patadón a la puerta que se abrió de golpe tirando hacia atrás a los dos muertos que había al otro lado. Pude fijarme bien en ellos mientras trataban de levantarse dentro de aquel cuarto de fotocopiadoras. El muerto mas grande era un hombre calvo y cincuentón entrado en carnes que como todo muerto viviente que se precie tenia los ojos en blanco y un montón de liquido viscoso negro goteando a borbotones por su boca, además solo tenia un brazo y medio. Supongo que el otro medio habría sido la cena de alguien o…¿Quién sabe? Puede que de él mismo. El segundo cadáver andante era el de una mujer no demasiado atractiva, probablemente y juzgar por el pelo recogido y la ropa sobria seria una oficinista o secretaria de aquel Ayuntamiento. La falda de caña negra estaba desgarrada y subida hasta por encima del muslo mostrando sus intimidades.
- ¿Qué hacíais ahí dentro los dos solos? Golosones! Como os gusta disfrutar de la No vida.-les dije medio riéndome.
Esto debió mosquearles por que se levantaron a toda velocidad y comenzaron a dirigirse hacia mí. Los movimientos con la katana siempre son rápidos y ligeros comparados con los pesados golpes del martillo. Primero llegó la chica, con los brazos alzados y la boca goteando sangre putrefacta.
- ¿Qué quieres comerme guarrilla? ¿no has tenido bastante con él? Las vuelvo locas. Ven pa´ca que te voy a dar lo tuyo guapetona.- Me gustaba vacilarles antes de usar la katana aunque no se porque cogí esa costumbre.Me pareció que era demasiado soso cortarle la cabeza sin mas, era desperdiciar una oportunidad de ``jugar´´ asique escogí bien mis ataques. Primero uno rápido de derecha a izquierda con la espada en ángulo de cuarenta y cinco grados, ideal para seccionar sus brazos desde el codo. Dicho y hecho, los brazos fueron amputados limpios y cayeron al suelo. Después otro movimiento en diagonal desde abajo izquierda a arriba derecha para rajar todo el torso. ¡ZAS! Y la muerta quedó semidesnuda y con una apertura en el vientre y el pecho por el cual comenzaron a colgar sus vísceras. Este último corte hizo que cayera al suelo dejándome vía libre hacia el calvito cinquentón. Salté por encina de la mujer cayendo con todo mi peso sobre su cabeza al tiempo que alzaba la katana por encima de mí dispuesto a ejecutar al gordo manco de un solo tajo que partiese su cráneo en dos como una sandia madura. El crujido del cráneo de la mujer contrasto brutalmente con la suavidad con que rebané la porción izquierda de la cabeza del hombre. Su cuerpo robusto y fuerte aguantó varios segundos antes de desplomarse hacia delante por culpa del peso de sus brazos, que permanecían extendidos hacia delante con la intención de agarrarme. Me dio el tiempo justo para echarme a un lado y seguir con la mirada la trayecto del cadáver inanimado del gordo cayendo encima de los restos de la mujer. ¿No es curioso que quedaran colocados en la posición del 69? Solté todo el aire contenido durante la acción y relajé la posición de guardia con la espada. Saqué el trapo que guardaba en el bolsillo del abrigo de cuero para estas situaciones y limpie cuidadosamente la hoja de Aguijón antes de devolverla a su funda, se había portado muy bien.
fragmento 3
Ya que estaba en la ferretería cogí prestadas (si no hubiera ocurrido esto habría sido un buen político por mi capacidad de coger cosas prestadas)varias cosas como por ejemplo una linterna con pilas nuevas de las que duran y duran y duran ,un candado de 7 seguros, dos mosquetones ultra resistentes y una cadena bien gorda y pesada que tal vez me sirviera algún día para atrancar una puerta o para arrastrar algo. He de reconocer que también tenia ganas morbosas de acabar con un zombi a cadenazos. Me ate la cadena alrededor de la cintura con el candado y deje un extremo largo de unos 4 metros para llevarlo enrollado en el brazo y poder estrenarlo a la primera que viera una de esas cosas pseudomuertas.
Después de esta visita no programada decidí dejar alguna cosita del color de la vida en la ciudad. En otra época yo tenía un talento artístico y una habilidad con los sprays innata, era capaz de hacer retratos híper-realistas o de pintar situaciones y parodias grandiosas com
o aquel mural que hice de Alien vs Budaneitor pero ahora no había tiempo ni botes de pintura suficientes para trabajos tan precisos por lo que me dedicaba a escribir mas que a dibujar. Mi repertorio era muy variado ¿saben? De vez en cuando firmaba como El último humano con cerebro o como Mac Gregor Mata-Podridos pero otras veces ponía cosas de utilidad como la frecuencia en la que solía llevar puesto mi walkie por si algún superviviente lo veía y quería contactar conmigo para tomar el té. En esta ocasión puse dos chistes de Chuck Norris que también harían las delicias de mi público mas exquisito. Había algo en eso chistes que me hacía feliz, quizás me recordasen a otros días en los que sonreír era mas fácil. En una ocasión, antes de emigrar de Getafe, recuerdo que escribí uno en una pared de mi barrio: ``Chuck Norris no tiene problemas con los no muertos ni con las máquinas, por que solo atacan humanos, de lo contrario serian las máquinas y los no muertos los que tendrían un problema´´ La cuestión es que juraría que vi a un podrido pararse junto al graffiti, quedarse mirándolo y luego caer al suelo riéndose…¿lo leería? ¿Tal vez el ver escrito el nombre de Chuck le curó? ¿Tal vez le mató instantáneamente?.
Después de esta visita no programada decidí dejar alguna cosita del color de la vida en la ciudad. En otra época yo tenía un talento artístico y una habilidad con los sprays innata, era capaz de hacer retratos híper-realistas o de pintar situaciones y parodias grandiosas com

fragmento 2
Después de andar un par de horas por los desérticos parajes de Castilla la Mancha( no hace falta que diga que mas desérticos aún que antes del apocalipsis) llegué a un pueblecillo que sabía que estaba cerca de mi parcela y decidí hacer un reconocimiento para ver que encontraba. Inicié mi protocolo de seguridad.
Paso 1- Busqué a las afueras del pueblo un vehículo que aún tuviera gasolina en su interior. El afortunado fue un Renault clio blanco siniestrado contra un tractor, el cual también conservaba aún algo de combustible. Eché un ojo para ver que había dentro. Nada. Un cadáver devorado parcialmente que no había sido reanimado.
Paso 2-Saqué la manguera que llevaba en la mochila y la metí en el agujero. Succioné hasta que salió gasolina(o diesel, no lo sé)y empapé el suelo y la boca del deposito. Luego retiré la manguera y la guardé.
Paso 3- Recogí con cuidado unas 15 piedras nucleares/toxicas de las caídas durante la tormenta. Preferiblemente las que tenían un color mas rosado ya que eran las mas adecuadas para este tipo de trabajos. Luego metí unas cuantas por el agujero del depósito del clio y otras pocas en el del tractor.
Paso 4-Busqué la otra entrada al pueblo mas cercana al coche. Estaba a unos 50 metros de él en la dirección opuesta a la entrada principal, mas que suficiente.
Paso 5- Volví al coche, me encendí uno de mis muy preciados cigarrillos y me lo fumé tranquilo viendo como una bolsa de supermercados ``El Árbol´´ flotaba dejándose llevar por las corrientes de aire.
Paso 6- Tire la colilla al charco de combustible junto al coche y corrí hacia la entrada al pueblo mas lejana.
Todo el plan fue ejecutado con movimientos sigilosos y rápidos para que ningún muerto o lata que hubiera cerca se percatara ni me siguiera. Fácil, cómodo, sencillo y para toda la familia. Aun corría hacia la entrada principal ( que era la mas alejada del coche)cuando sonidos únicos me indicaron que el plan había salido a la perfección: Primero un KABOOOOM. Luego el sonido de un coche levantándose por el aire y cayendo después pesadamente, y por último una serie de gemidos y gritos guturales saliendo del pueblo dirección a la hoguera…
Paso 1- Busqué a las afueras del pueblo un vehículo que aún tuviera gasolina en su interior. El afortunado fue un Renault clio blanco siniestrado contra un tractor, el cual también conservaba aún algo de combustible. Eché un ojo para ver que había dentro. Nada. Un cadáver devorado parcialmente que no había sido reanimado.
Paso 2-Saqué la manguera que llevaba en la mochila y la metí en el agujero. Succioné hasta que salió gasolina(o diesel, no lo sé)y empapé el suelo y la boca del deposito. Luego retiré la manguera y la guardé.
Paso 3- Recogí con cuidado unas 15 piedras nucleares/toxicas de las caídas durante la tormenta. Preferiblemente las que tenían un color mas rosado ya que eran las mas adecuadas para este tipo de trabajos. Luego metí unas cuantas por el agujero del depósito del clio y otras pocas en el del tractor.
Paso 4-Busqué la otra entrada al pueblo mas cercana al coche. Estaba a unos 50 metros de él en la dirección opuesta a la entrada principal, mas que suficiente.
Paso 5- Volví al coche, me encendí uno de mis muy preciados cigarrillos y me lo fumé tranquilo viendo como una bolsa de supermercados ``El Árbol´´ flotaba dejándose llevar por las corrientes de aire.
Paso 6- Tire la colilla al charco de combustible junto al coche y corrí hacia la entrada al pueblo mas lejana.
Todo el plan fue ejecutado con movimientos sigilosos y rápidos para que ningún muerto o lata que hubiera cerca se percatara ni me siguiera. Fácil, cómodo, sencillo y para toda la familia. Aun corría hacia la entrada principal ( que era la mas alejada del coche)cuando sonidos únicos me indicaron que el plan había salido a la perfección: Primero un KABOOOOM. Luego el sonido de un coche levantándose por el aire y cayendo después pesadamente, y por último una serie de gemidos y gritos guturales saliendo del pueblo dirección a la hoguera…
Fragmento 1
Hacía cerca de un año que había abandonado Getafe y me dirigía al oeste. No sé muy bien que iba a encontrar allí pero me apetecía conocer Portugal. Siempre había querido ir pero el dinero, el tiempo, el lenguaje distinto, la diferencia de opiniones con mi señora y todos esos problemillas me habían echado atrás cada vez que me lo proponía. Pero ahora no necesitaba dinero, tenía todo el tiempo del mundo, mi novia…. No tenía nada que me lo impidiera (excepto un numero indeterminado de no muertos y una inteligencia artificial que había llenado el mundo de seres metálicos con ansias de exterminar todo lo que quedara de la humanidad).Igualmente nunca pensé que me diera tiempo a llegar antes de morirme de hambre, de sed, enfermedades o cualquiera de las otras causas de muerte ``natural´´ que abundaban en esa época. Era fácil encontrarse un rebaño de infectados, un convoy de latas asesinas, tal vez algún otro superviviente desquiciado que disparase a todo lo que veía, o tal vez un rio tóxico o que te lloviera acido de improvisto, o que saltara una mina o cualquier otra trampa explosiva colocada a los inicios del conflicto, o… o… bueno es que había muchas cosas malas e incomodas por aquel entonces.
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