lunes, 12 de abril de 2010

fragmento 4

De pronto un ruido vino de una pequeña puerta al otro lado de la sala
- ¡Tenemos compañía!.-exclamé sobresaltado al oír el ruido
Me acerqué despacio a la puerta y agudizando el oído, se podía apreciar dos tipos distintos de gemidos roncos al otro lado. Reflexioné. Tenía ganas de un poquito de acción pero con precaución. Posiblemente al otro lado de la puerta me estuvieran esperando dos o tres sangrientos monstruitos, un numero ideal para desestresarme un ratillo. Solté a un lado el martillo de guerra ya que para mas de dos bichos no me servía por que era muy lento y pesado. Miré la cadena con ilusión ¿había llegado el momento de estrenarla? No, podía ser peligroso ponerse a experimentar con un arma nueva contra más de un muerto ¿La pistola? No quería atraer a los zombis de los alrededores ¿y que otra opción me quedaba? Y entonces mi boca dibujo la sonrisa de vagabundo loco que me caracteriza. Siempre guardaba la katana para situaciones como estas en las que me apetecía ser creativo. La saqué de su funda con estilo pero mucho respeto, el filo estaba cuidadosamente pulido y limpio por que después de cada uso la limpiaba con mimo y tesón (era un regalo de un buen amigo mío). Su longitud era exactamente igual que mi pierna y su empuñadura amarilla y negra me recordaba al culo de una avispa asesina, de ahí el nombre que le puse a este arma: aguijón ¿Como se me ocurriría?
La puerta estaba cerrada con una llave que colgaba de la cerradura, solo tenía que girarla y esperar a que ellos giraran el pomo y salieran. Giré la llave y… esperé. De pronto…nada… .Tarde un par de minutos en darme cuenta de que había girado la llave en sentido contrario cerrando la puerta aún mas… los muertos parecían agitarse cada vez mas, ya estaba seguro de que solo eran dos. Giré la llave en el sentido contrario dos veces y… Ahora si, los muertos giraron el pomo y empujaron la puerta hacia fuera pero no se abrió por que debían tirar para abrirla. Finalmente me harté de esperar y pegué un patadón a la puerta que se abrió de golpe tirando hacia atrás a los dos muertos que había al otro lado. Pude fijarme bien en ellos mientras trataban de levantarse dentro de aquel cuarto de fotocopiadoras. El muerto mas grande era un hombre calvo y cincuentón entrado en carnes que como todo muerto viviente que se precie tenia los ojos en blanco y un montón de liquido viscoso negro goteando a borbotones por su boca, además solo tenia un brazo y medio. Supongo que el otro medio habría sido la cena de alguien o…¿Quién sabe? Puede que de él mismo. El segundo cadáver andante era el de una mujer no demasiado atractiva, probablemente y juzgar por el pelo recogido y la ropa sobria seria una oficinista o secretaria de aquel Ayuntamiento. La falda de caña negra estaba desgarrada y subida hasta por encima del muslo mostrando sus intimidades.
- ¿Qué hacíais ahí dentro los dos solos? Golosones! Como os gusta disfrutar de la No vida.-les dije medio riéndome.
Esto debió mosquearles por que se levantaron a toda velocidad y comenzaron a dirigirse hacia mí. Los movimientos con la katana siempre son rápidos y ligeros comparados con los pesados golpes del martillo. Primero llegó la chica, con los brazos alzados y la boca goteando sangre putrefacta.
- ¿Qué quieres comerme guarrilla? ¿no has tenido bastante con él? Las vuelvo locas. Ven pa´ca que te voy a dar lo tuyo guapetona.- Me gustaba vacilarles antes de usar la katana aunque no se porque cogí esa costumbre.Me pareció que era demasiado soso cortarle la cabeza sin mas, era desperdiciar una oportunidad de ``jugar´´ asique escogí bien mis ataques. Primero uno rápido de derecha a izquierda con la espada en ángulo de cuarenta y cinco grados, ideal para seccionar sus brazos desde el codo. Dicho y hecho, los brazos fueron amputados limpios y cayeron al suelo. Después otro movimiento en diagonal desde abajo izquierda a arriba derecha para rajar todo el torso. ¡ZAS! Y la muerta quedó semidesnuda y con una apertura en el vientre y el pecho por el cual comenzaron a colgar sus vísceras. Este último corte hizo que cayera al suelo dejándome vía libre hacia el calvito cinquentón. Salté por encina de la mujer cayendo con todo mi peso sobre su cabeza al tiempo que alzaba la katana por encima de mí dispuesto a ejecutar al gordo manco de un solo tajo que partiese su cráneo en dos como una sandia madura. El crujido del cráneo de la mujer contrasto brutalmente con la suavidad con que rebané la porción izquierda de la cabeza del hombre. Su cuerpo robusto y fuerte aguantó varios segundos antes de desplomarse hacia delante por culpa del peso de sus brazos, que permanecían extendidos hacia delante con la intención de agarrarme. Me dio el tiempo justo para echarme a un lado y seguir con la mirada la trayecto del cadáver inanimado del gordo cayendo encima de los restos de la mujer. ¿No es curioso que quedaran colocados en la posición del 69? Solté todo el aire contenido durante la acción y relajé la posición de guardia con la espada. Saqué el trapo que guardaba en el bolsillo del abrigo de cuero para estas situaciones y limpie cuidadosamente la hoja de Aguijón antes de devolverla a su funda, se había portado muy bien.

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